Me cuesta recordar el momento exacto en el que comencé a sentir culpa por usar redes sociales estoy seguro que fue durante mi estadía en la universidad, esto comenzó como un constante sentimiento de dolor por el tiempo perdido mientras scrolleaba en instagram o facebook.
Sin embargo, aunque la fecha exacta escape de mi mente la sensación sigue estando muy presente por lo cuál constantemente evalúo mi comportamiento frente a nuevas plataformas tecnológicas buscando saber cuando estoy creando dependencia. Aún así siempre que estoy conociendo a una persona o grupo de personas surge una pregunta que parece ya estar insertada en nuestro accionar social ¿cómo te encuentro en instagram?
En ese momento usualmente debo tener una conversación muy similar a la que ustedes podrán leer a continuación y es por eso que me motive a escribir el presente blog con el fin de dar a conocer el motivo por el que me aleje de las redes sociales.
No obstante por prescindir del uso de estas plataformas no desconozco el impacto en la sociedad de una canal comunicativo que cambió todas las dinámicas de la raza humana. He visto su potencial beneficio al conocer como personas se organizan para hacer prácticas de freeganismo, rescate de mascotas, ayuda a poblaciones vulnerables dentro de otras interesantes actividades pero en experiencia personal nunca participe activamente de estas actividades por el contrario me resultaba un problema el cual nunca pude tener bajo control.
Recuerdo claramente en varios momentos del 2017 estar en clase en el último piso del edificio central de la universidad escapando al aburrimiento con el móvil entre las manos. Dichos momentos aparecieron con mayor frecuencia y desencadenaba un casi frenético movimiento de mi pulgar hacía abajo con el fin de buscar una nueva foto, video gracioso o chisme inclusive me avergüenza reconocer que muchas veces debía ser creativo en la búsqueda de contenido nuevo ya que agotaba el feed de mi red de contactos.
Como todo vicio se torno repetitivo y abordaba el móvil como una excusa para salir de momentos incómodos o tan solo por estar aburrido algo muy similar a fumar cigarrillo no obstante la OMS define adicción como ‘Enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación’ y si creen que la palabra adicción suena muy grande podrían corregirme tan solo abandonando las redes sociales durante 61 días sin experimentar dolor o necesidad.
Para ese entonces concluí que proporcional a mi tiempo en redes sociales incrementaban las horas en que procrastinaba obligaciones importantes y descendía mi tiempo dedicado a la lectura lo cual acrecentó el sentimiento de incomodidad.
No hacía ya algo interesante o nuevo simplemente estaba en varias ocasiones al día informandome acerca de la vida de personas a las que seguramente yo importaba nada pero aún peor es que aquello que yo veía ni siquiera eran vidas reales, la distorsión que nos dio la implementación del uso de social media en nuestra vida diaria nos ha hecho creer que todo lo que vemos a través de un perfil de redes durante unos minutos al día representa la verdad fidedigna de la rutina de esa persona.
Continuamente olvidamos que aquello mostrado suele responder más a lo que queremos ser que a aquello que somos. Las personas comparten sus mejores momentos pero siempre suelen ir un paso más allá al punto de presumir casas que no son suyas, carros que no son suyos, hemos llegado a un punto en que una persona promedio así esté muriendo de hambre prefiere tomar una foto a su plato viviendo una vida para mostrar más no una vida normal llena de altibajos y situaciones corrientes.
Como seres humanos deberíamos tener la capacidad de entender que no siempre tenemos la piel perfecta, probablemente no seamos multimillonarios y eso está bien, no todas las fotos son perfectas ya que la vida al ser imperfecta es hermosa y aquello que nos dota de sentido usualmente es el camino hacía el objetivo mas no el objetivo en sí.
No podemos esperar a tener una vida perfecta para ser felices pero parece ser que lo olvidamos por consumir imágenes perfectas continuamente deja estándares muy altos que posteriormente causa frustraciones.
Continuando con el relato para esas fechas comencé a notar en los pasillos de la universidad que creía conocer a muchas más personas por ojear sus perfiles, seguirlos o ser amigos en facebook podría saber cómo eran o aparentaban ser junto a sus gustos, hobbies e incluso parejas.
Tenía una red de personas que no conocía perfectamente estructurada en mi cabeza, llegaba a saber que hacían cerca de 600 personas que eran a quienes yo seguía en instagram cada fin de semana e inclusive constantemente estaba checando sus historias muchas veces haciendo zoom para poder absorber más información.
La sensación narrada en los anteriores párrafos cada vez era peor y se repetía constantemente generando sentimientos profundos de inconformidad en mí así que un día en respuesta a lo sentido decidí desinstalar facebook al principio fue un experimento y estaba seguro que recaería en él. Recuerdo que recién estaba integrado messenger a facebook así que pude desinstalar facebook pero conservar su servicio de mensajería lo cual no me hacía sentir tan desconectado.
Para mi sorpresa esta acción fue un parteaguas en mi ser a pesar de que los días siguientes aún entraba en modo automático e intentaba buscar facebook en el lugar donde usualmente estaba ubicado en mi móvil me encontraba a mi mismo más feliz y presente en cada actividad diaria.
Sentía menos necesidad de saber acerca de la vida de los demás y por el contrario experimentaba una creciente energía además nació una necesidad de enlistar los aspectos que me gustaría transformar en mi vida algo estaba cambiando.
Ancle el hábito de abandonar facebook a otro hábito que fue el comenzar a escuchar radio (mucho antes de engancharme con los podcast) y ahí me sentí más cómodo me emocionaba caminar por las calles escuchando debates de política, economía entre otros en esos momentos sentí que podía dar un paso más allá.
Posterior a esta primera acción siguió la eliminación de messenger, instagram e incluso twitter mi red social favorita en cuya versión web aún suelo recaer durante cortos periodos de tiempo. Pero proporcional a cada aplicación de mensajería o social que eliminaba de mi celular traía consigo un sentido de libertad y un tiempo extra que podía dedicar en otras actividades a mi modo de ver más productivas.
Recuerdo particularmente un hecho que me resultó hermoso y fue saber que personas realmente recordaban mi cumpleaños sin la necesidad de una notificación de facebook de hecho comencé a construir con esas personas una red de comunicación que me llenaba de tranquilidad.
Pronto se develó ante mí la matrix descubrí que no era el único adicto y que posiblemente la mayoría de personas que conocía lo eran pero como no serlo si las mentes más brillantes de la humanidad están detrás de un escritorio en las oficinas de facebook, twitter o youtube buscando captar la atención de nosotros.
Y es que la atención se convirtió en la moneda de cambio más importante del mundo ya que las empresas comprendieron primero que las personas que el tiempo es un activo precioso y no renovable.
Aún percibiendo tantos beneficios con el pasar del tiempo he tenido recaídas tengo presente una en especial apróximadamente hace dos años de un momento a otro todas las redes recuperaron su lugar en mis dispositivos y era una cantidad abrumadora de información sumado a la inclusión del formato de estados en whatsapp o la creación de tik tok me hicieron experimentar un abrumó ahora era aún más difícil no ser un adicto. Había un montón de información diaria que se producía y por ende debía ser consumida.
En este punto quiero resaltar que hace poco escuche una frase genial acerca de la filosofía arriesgándome a parafrasearla mal era algo tipo: ¨La filosofía es una conversación que lleva miles de años dándose y cuando uno quiere ingresar sabe que llego tarde y hay mucho que aprender de lo que ya se habló para tan siquiera poder hablar¨.
Pido que quien conozca la frase original no me juzgue estoy seguro que el cansancio del día está haciendo de las suyas en mi memoria pero cuando caí en las redes de las redes otra vez sentí una sensación similar a la expresada por esta frase la conversación había seguido sin mí y ahora debía ponerme al día.
Todo y todos habían cambiado mucho desde que yo me había ido, quiero resaltar un hecho sorprendente que no puedo olvidar había un nombre de usuario de una persona que tenía un carro antiguo y me gustaba.
Tenía un lifestyle que yo quería imitar con una casa de campo y varios perros pero lo relevante de esta persona es que ni lo conocía pero mi cerebro recordaba algo de su nombre de usuario y a través de personas que sabían que le seguía lo pude encontrar casi cuatro años después tan solo por una memoria olvidada en mi cerebro.
Para ese momento inicie mi relación sentimental con Nena y recuerdo claramente durante el principio de la pandemia hablar durante horas cada noche incluso sin dormir sobre diversos temas pero hubo uno recurrente el cual era la cantidad de tiempo que desperdiciamos en redes.
Este junto a muchos otros sentimientos compartidos nos llevaron a trazar un camino juntos, uno de nuestros primeros propósitos de acuerdo mutuo fue vivir una vida más real y ver menos vidas virtuales ajenas (irónico sabiendo que ambos trabajamos en tech) no puedo olvidar una apuesta con el fin de no revisar estados en whatsapp con el fin de centrarnos en lo importante.
Sin embargo no quiero dar la imagen de que somos unos freak del control que evitamos a toda costa las redes personalmente a veces ojeo linkedin a pesar de que debí desinstalarlo de mi celular porque comencé a desarrollar de nuevo comportamientos adictivos llevándome a permanecer horas inmerso en la red con la excusa de conectar con personas relevantes a mi horizonte laboral.
También disfruto de youtube y del ocio ofrecido pero a grandes rasgos hemos desaparecido de las redes a punto de deshabilitar nuestros perfiles en facebook e instagram y lo único ocurrido en consecuencia es tener más tiempo para crecer como personas, reforzar habilidades que teníamos pendiente clases de inglés e incluso aprender a jugar tenis.
Hemos tenido aventuras únicas las cuales estarán en nuestra memoria e incluso más allá del tiempo que dure nuestra vida porque disfrutamos tomar fotos para nosotros con el fin de recordar con una sonrisa pero dejando a un lado la necesidad incesante de presumir todo aquello considerado objeto del deseo ajeno.
Hay momentos en que juntos chismoseamos algún estado o nuestros parientes nos muestran que está en tendencia. Disfrutamos de algún video gracioso no obstante la vida siguió sin nuestra presencia en redes y todo aquello que es verdaderamente relevante nos resulta ser comunicado por alguien más.
Nos hemos graduado, viajado, reído y llorado sin la necesidad de subir nada a redes creo que esto de alguna forma nos permite conectar más con nuestro círculo íntimo y a nivel profesional aumento la productividad.
Sin embargo reconozco que hay personas quienes pueden controlar su uso del tiempo en estas páginas e incluso lo usan como herramienta de trabajo como es el caso de Clara quien dedica gran parte de su tiempo a crear campañas digitales de publicidad.
Oiga y usted que se dedica a tecnología ¿No debería ser un experto en redes?. Bueno esta es una pregunta frecuente pero conozco muchas personas en situaciones similares han optado por no usarlas redes incluso el Simon Borrero fundador de rappi y persona a quien admiro un monton lleva años emprendiendo en tecnología y no tiene perfiles en redes. Así que si Simon que lleva media vida revolucionando industrias con tech no lo hace con qué excusa podría yo hacerlo.
No obstante a veces me quedo corto cuando busco algo me gustaría tener instagram para poder establecer contacto más rápido con ciertas marcas o personas con las que deseo hablar pero antes de hacerlo me pregunto si esa conversación verdaderamente amerita lo suficiente como para tener de nuevo todos los sentimientos antes nombrados.
Y por mas que lo he pensado siempre llego a la misma conclusión no creo que exista conversación alguna que pueda sopesar la tranquilidad de mi vida.